Miedo y violencia

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En estas últimas semanas estamos siendo testigos de varias revueltas en el mundo árabe,a la espera de comprobar si realmente acabarán siendo revoluciones donde los que menos tienen ganen la libertad, la paz y las condiciones para tener una vida digna.

Este tipo de revueltas, que se dan en cualquier parte del mundo, ya sean países del “primer mundo” o del “tercero”, se las llaman “violentas” porque los ciudadanos expresan su descontento, su hartazo del abuso de los poderosos y en un momento superan el miedo.

El miedo generado día a día, el miedo que nos va cercando, el miedo que nos tiene atenazados, el miedo a perder ese empleo sobre el que se sustenta nuestra vida y la de los nuestros, el miedo a que “el otro” atente contra nosotros y contra quien debemos estar prevenidos, el miedo a expresarnos libremente por si algo molesta “al otro”, el miedo al cambio por si en el camino perdemos nuestros propios privilegios.

El miedo vehícula nuestras vidas, porque los poderosos así lo han dispuesto. Sin embargo lo que los poderosos no preven es que el miedo tiene un límite, y ese límite se está superando, porque los de abajo ya no tienen nada que perder y porque los de abajo han descubierto que no están solos.

Internet, que está hecha por los de abajo y desde abajo, ha provocado el salto adelante, el apoyo mutuo y la solidaridad entre los de abajo. No es cierta la indiferencia de los de abajo ante lo que pasa a sus similares, simplemente son momentos de silencio, pero el silencio hay que entenderlo. Mientras, quienes hablan son los sinnombre en las redes sociales, las p2p, los sms, los faxes.

Cuando el miedo se pierde, en un primer momento se manifiesta de forma “violenta”, así la llaman, porque para los poderosos violencia es todo aquello que se escapa a su control, violencia es la libertad de expresión, violencia es la autorganización, violencia es aquello que rompe la “seguridad”, la seguridad del poderoso, violencia es la autonomía. Sin embargo para los de abajo esa “violencia” es expresión de libertad, canalización de años de opresión, es puesta en común con los de abajo, porque los de abajo pueden. Y así minuto a minuto, en las redes circulan masivamente los vídeos, audios, fotos, sms, y esa información se difunde y llega a cada rincón del mundo en tiempo real, no hace falta esperar, los de abajo saben lo que está pasando, porque todos están ahí. Y como saben, actúan, crean reacciones coordinadas fuera del alcance de los poderosos, usan todas las tecnologías posibles, Internet, telefonía, radio, para presionar a los poderosos, y los poderosos empiezan a tener miedo.

Las sociedades “democráticas” se están construyendo en base al miedo y la violencia, pero de Estado. El miedo que genera el Estado, por el terrorismo, moriremos, dicen mientras intentan doblegar la dignidad de los de abajo, haciendo que actos indignos se asuman “con normalidad”, el miedo ante la falta de consumismo, si no consumimos moriremos, en definitiva quieren que el miedo mate a los de abajo. Los poderosos no quieren que los de abajo sepan nada. La ignorancia es la gran aliada del Estado. Sin embargo la información es libre y seguirá siendo libre, aunque crean que pueden cortar las comunicaciones telefónicas, por móvil, por Internet, ya no, ya no pueden aislar a los de abajo. Los de abajo aprenden, pero aprenden fuera de los espacios establecidos por el Estado y eso da miedo a los poderosos.

Mientras tanto, nada dicen sobre la violencia, la violencia de Estado, financiando conflictos internos en países clave, bien sea por su materia prima, por su posición geográfica o por cualquier otro motivo en el que puedan tener interés los poderosos. Tampoco dicen nada sobre la máxima expresión de la violencia, la invasión y destrucción de un país y también callan la violencia diaria que suponen las leyes cada vez más restrictivas en derechos y libertades, las cuales quieren que rijan la vida de los de abajo.

Lo que no saben es que los de abajo no callan para siempre, no entienden el silencio de los de abajo. Lo que no saben es que están engendrando la violencia en los de abajo. Los de abajo no quieren, pero comprenden que si la única forma de “dialogar” con el poderoso es a través de la violencia, la usarán.