Hoy, aunque suene un poco raro, me he quedado “atrapada” en un museo. La idea era ir con un amigo, pero el destino hizo, que cada uno acabáramos en un museo distinto ( si ya, se puede hacer un gag completo con el tema 😀 ) pero dado el precio de la entrada (la mÃa 14€) quedé atrapada en el museo pues habÃa que rentabilizarla. Aunque no fuera la idea original, pues he acabado pasando muchas horas en un museo. HacÃa años que no lo hacÃa pues generalmente prefiero repetir la visita que pasar muchas horas seguidas, pero con esos precios, teniendo tiempo y comprobando que el museo hacÃa un recorrido por la historia desde los egipcios hasta ahora y de premio una exposición temporal sobre la relación Rusia-Alemania, digamos que no habÃa espacio para aburrirse y el tiempo ha pasado volando.
A todo esto, el museo es Neues Museum, es parte de la isla de los museos. El edificio se construyó a mediados del siglo s.XIX, fue destruido durante la II Guerra Mundial como casi toda la ciudad, y ha sido rehabilitado cuidadosamente manteniendo la estructura original. El museo que actualmente se puede visitar fue abierto al público en el año 2009.
La visita a un museo con parte de la historia de la humanidad dentro es difÃcil de explicar, asà que no lo haré, simplemente muestro algunas fotos de cosas que me llamaron la atención por alguna razón indeterminada 😀
Uno de los momentos más especiales en el museo fue ver atardecer a través de los grandes ventanales de la escalera principal. Estaba haciendo una pausa, cuando vuelvo la mirada hacia la “ventana” y veo un atardecer multicolor, pasando de anaranjados, azules suaves a naranjas,rosados,morados intensos enmarcados en muy poco tiempo y en un contexto increÃble provocaba una cierta sensación de irrealidad(*).
La salida del museo también fue un momento especial, ya de noche, la columnata que se encuentra en el exterior estaba iluminada, de fondo el pirulà de Alexander Platz y la luna, cierta sensación de frÃo que se agradecÃa después de tantas horas dentro.(*)
Decidà dar un paseo, vagar un poco por los alrededores y me encuentro bajo las vÃas del metro en superficie, a un músico, con un “violoncello” eléctrico y pareciese que construido por él, la penumbra, el silencio y la intimidad son parte de las calles de esta ciudad.
Para cerrar el dÃa el cuerpo me pedÃa una cerveza, asà que me fui a uno de los innumerables cafés, también en penumbra, con velas, gente leyendo, charlando, sin ruidos.. allà me quedé leyendo.
(*) La fotos son de bastante mala calidad, imposible de reflejar ni el atardecer, ni el exterior nocturno, pero las incluyo en la galerÃa para mi propia memoria
Eso me ha dicho mucha gente. Que los museos de BerlÃn son de fábula…Quien sabe, quizá algún dÃa. De momento nos conformamos con los museos del eje Atocha-Castellana, que tampoco es moco de pavo.